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Soy Ivonne,

Este proyecto es una apuesta por la educación popular.

 

Sin Culillo es una idea que se origina por la forma de ver el mundo de Ivonne Alexandra Bohórquez Alfonso.

Pero, ¿quién es Ivonne?

 

He sido consultora en políticas públicas para instituciones y empresas multisectoriales. Asesora, tutora y mentora en política pública, micropolítica y complejidad. 

Politóloga de la Universidad Nacional de Colombia; Especialista y magister en Planeación del Desarrollo Regional de la Universidad de Los Andes; Doctorante en Pensamiento Complejo en Multiversidad Edgar Morin.

No dice mucho ¿cierto?

Si tienes el tiempo, abajo te cuento más sobre mi, y la historia de la iniciativa "sin culillo".

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Toda la historia detrás de Ivonne y
Sin Culillo

Nací en 1980 y soy hija de una madre que luchó mucho por darme una buena educación; por diversos motivos, mi mamá fue mi única cuidadora, trabajadora y cuidadora en un país altamente desigual. Nunca tuvimos mucho, aunque tampoco me faltó nada. Especialmente amor incondicional de una mujer fenomenal, que entre otras cosas... es de derechas. Probablemente por eso, aprendí a ser tolerante con el pensamiento diverso... de lo contrario, no había almuerzo!

En 1989, mi mamá no pudo seguir pagando un colegio privado para mí, así que ingresé a un colegio público en Bogotá. Empecé a estudiar en ese colegio en la jornada de la tarde, de 1 a 6 pm. En ese entonces, la jornada de la tarde se decía que era para las familias "pobres" y sí, allí conocí muchxs compañerxs que tenían iguales o más dificultades económicas que yo. El personal docente era diferente para cada jornada y, recuerdo que se decía que los resultados de quienes estábamos en la tarde, era inferior. El colegio es el IPARM (Instituto pedagógico Arturo Ramírez Montufar) y es el colegio que ofrece la Universidad Nacional de Colombia, para sus trabajadores y estudiantes.

Al llegar a bachillerato, el colegio pasó a ser de jornada única, así que el nivel educativo se "niveló" entre todxs lxs estudiantes. Estando en el grado octavo, se abrió una electiva llamada periodismo, a cargo del profe Antonio Matiz. Yo, que tenía el gusto por la radio y las noticias, no lo dudé y empecé a trabajar con el profe Matiz en diferentes proyectos. El más bonito de todos, un periódico llamado "tollendo ponens", donde Matiz me permitió ser editora desde los 13 años, especialmente porque me dama mucho gusto quedarme en las tardes para ayudarle a revisar los artículos, corregir tipografías y diagramar el periódico. Por esos años (3 años como editora del periódico del colegio), decidí que quería ser periodista.

Pero una cosa es pensar con el deseo y otra con el bolsillo. Para esos años, Colombia entró en recesión económica y ni mi mamá ni nadie en la familia podía pagar una universidad privada para mí, aunque yo tuviera las habilidades para el periodismo. En esa época, ninguna universidad pública en Bogotá ofrecía la carrera de periodismo y no existían las becas ni nada por el estilo. Decidí buscar la alternativa que me parecía más cercana y entonces me presenté a ciencia política en la Universidad Nacional de Colombia. La carrera llevaba dos cohortes de abierta y yo pensaba que era un camino alternativo para lograr mi objetivo.

De nuevo, una cosa es pensar con el deseo y otra la realidad. Ingresé a la UNAL en 1996 con apenas 16 años. Durante la carrera, aparecieron otros intereses: el amor, el fútbol, amigues y la parranda. Entre una cosa y otra, mi interés por el periodismo se perdió y surgió el de incidencia en política. Nunca estuve vinculada en serio a una campaña electoral, pero sí que asistí a reuniones y conocí gente de varios partidos políticos. Por entonces, en la universidad, la política era un asunto más de activismo y pertenencia a grupos diversos, incluso armados. Pero así como nunca quise ser parte de la política tradicional, tampoco me inspiró la lucha revolucionaria. Aunque siempre de izquierdas, ya iba perfilando mi personalidad un poco más autónoma y libre.

Para 1998 ya estaba totalmente convencida de los propósitos de mi carrera. Me preocupaba el conflicto interno armado colombiano; fui monitora durante 3 años, del curso de contexto "Conflicto armado y proceso de paz" que estaba a cargo de Marco Romero. Gracias a que la universidad por ese entonces pagaba un salario mínimo, pude sostenerme y pagar mis estudios de manera independiente, desde la edad de 18 años. Me interesaba mucho la administración pública, me llamaba la atención que cada cosa tuviera un orden y una causa. Así que profundicé en los temas de planeación y presupuestos públicos. Justamente, en el cambio de milenio y cuando yo estaba buscando una beca internacional, mi madre sufre de cáncer y yo decido quedarme con ella. Hago mi pasantía de grado en el despacho del Ministerio de Comercio Exterior colombiano. Me gradúo de la Universidad Nacional de Colombia, como politóloga, en el año 2001.

Una vez graduada, quedo desempleada. Como la mayoría de estudiantes del mundo, paso un tiempo sin saber muy bien qué hacer... Una empresa de gente conocida, me "rescata" dándome un trabajo de oficina y que nadie quería hacer: llevar registros de consultorías. Luego, viendo que la situación era difícil y sin poder salir del país porque mi mamá me necesitaba, decido buscar un programa educativo de posgrado en Bogotá. Aunque no tenía grandes recursos, sabía que ahora yo podría sufragar los gastos de la educación privada. De manera que me centro en un programa que me guste por su pénsum y no por el costo. En 2002 ingreso a estudiar la especialización y posteriormente la maestría en Planificación y administración del desarrollo regional, ofrecido por el extinto Centro para los estudios del desarrollo regional - CIDER, de la Universidad de los Andes.

En el CIDER, también me dan la oportunidad de trabajar mientras estudio, así que básicamente mis días en la Universidad de los Andes, consistían en pasar de 12 a 16 horas dentro del campus. Nada bien pago, pero conociendo mucha gente, haciendo lo que hoy llaman "networking". Mis intereses entonces pasaron a dos grandes ámbitos: la ordenación y planeación del territorio y, lo que el profe Adolfo Izquierdo llamaba la omnijetividad como alternativa al desarrollo.

Me gradúo de la especialización en 2003 y de la maestría en 2005. Desde 2004 ya había comenzado a trabajar como subdirectora del Instituto Colombiano para la participación "Jorge Eliécer Gaitán" - COLPARTICIPAR. Empecé a ganar buen dinero y a entender cómo funciona en realidad la administración pública y las políticas públicas. Pasé de allí a la Alcaldía Mayor de Bogotá, con mi primer trabajo tercerizado: yo hacía parte del equipo que orientaba técnicamente las relaciones con el Congreso y la Nación, pero mi "sueldo" salía del PNUD. De ahí en adelante he trabajado en varias entidades gubernamentales: Secretaría de Gobierno de Bogotá, Secretaría Distrital de Planeación, Secretaría del Hábitat, la Agencia Nacional Inmobiliaria... Al darme cuenta que la tercerización me ofrecía la posibilidad de libertad de movilidad, decidí empezar a aceptar contratos adicionales, el más recurrente: ser profesora universitaria.

He sido profa desde 2005. Empecé como docente en universidad privada en el nivel de pregrado y para carreras que no eran de mi profesión. He trabajado para la Uniagraria, La Salle y la Universidad Nacional de Colombia. Ese vínculo con la academia, me ha llevado a comprender en mayor profundidad las aspiraciones de las personas que ingresan a programas de educación formal. A conocer historias y a dimensionar la distancia entre la administración pública y las expectativas ciudadanas. Han sido mis estudiantes quienes me han enseñado la esperanza, a punta de escucharles sus propios sueños. Pero también es gracias a esos sueños inconclusos, que empecé a desencantarme de la administración pública y las políticas públicas...

Desde 2008, trabajé con varias organizaciones no gubernamentales, empecé a hacer escritura fantasma e, incluso hacia 2010 junto con dos personas más, fundamos una organización sin ánimo de lucro que se llamó "Gobierno y Sociedad". Esta transformación se debió a que, en el trabajo con ONG´s y el sector privado, veía yo a las comunidades en medio de ciclos interminables de instrumentalización, de burla y desidia por parte de las administraciones públicas. Comencé a entender que los cambios que se proponen desde los gobiernos, son cambios que buscan en su mayoría no cambiar nada. La gente sufre mucho a causa de la política, pero además se queda sin reconocer lo político y caen en esa premisa de cien años de soledad. Quienes se movilizan políticamente son gentes valientes. En Colombia, la gente muere por convertirse en lideres y lideresas sociales. Por tanto, el miedo político ingresa rampante en el ser y la cotidianidad de las personas.

Ya desde ese entonces, mi tendencia política se había afianzado. Pero no fue sino hasta 2011, cuando nació mi hija mayor, que comprendí varias cosas asociadas a la vida que quería: Quería ser libre para estar con mi hija (luego serían mis hijas porque ya tengo dos). Quería aprovechar las modalidades de trabajo tercerizado para ganar dinero, sin sacrificar vida. La ecuación funcionó de maravillas hasta 2020... el año de la pandemia.

Como a muchas personas, la pandemia me cambió la perspectiva. En mi caso, había iniciado mis estudios doctorales en 2019 en la Multiversidad Edgar Morin. La decisión de la universidad, fue una selección práctica: como ya era madre cuidadora, hacía consultorías en políticas públicas bajo el esquema de la tercerización (contratos de prestación de servicios) y debía quedarme en Colombia, requería de un programa en línea que fuera reconocido por el Ministerio de Educación, para una futura convalidación del título. ¿Por qué hacer un doctorado? En mi caso se trataba de una ilusión, una pulsión profunda por el saber. Yo quería estudiar filosofía de la ciencia desde que aprendí sobre omnijetividad, pero ningún programa en línea lo ofrecía en ese entonces. Yo solamente quería saber más. El caso es que la pandemia me agarra terminando materias del doctorado. Enloquecida por el encierro, el aumento de actividades de cuidado y la responsabilidad de la tesis, las clases y los contratos tercerizados, comienzo a preguntarme qué es lo que en realidad quiero en la vida, para mi futuro...

Sin embargo, durante el proceso doctoral (2019 hasta 2025), especialmente de realización de la tesis, todos mis esfuerzos se tenían que centrar en la producción del documento. Situación que por supuesto me dejó desfinanciada. Sin dinero y con la presión de financiación, vuelvo al ruedo con el sector público y las consultorías en 2023. Me va bien nuevamente, pero encuentro que las inequidades y abusos de poder, ya no son solamente evidentes en las comunidades sino al interior de la administración pública, que había acrecentado sus "métodos" para hacer de quienes trabajan en la administración: seres autómatas. En ese año, el gobierno de Colombia era un gobierno por primera vez de izquierda, de manera que mi sorpresa es mayor... Ya sobre estos temas me habían actualizado mis estudiantes, pero hasta que no viví la situación, no la entendí por completo. Paralelamente, en la consultoría en políticas públicas, seguía sucediendo el fenómeno de la "máscara" de lo formal. A mí siempre me han contratado para hacer bonitos documentos que en el fondo... no resuelven sino el problema de quien contrata para hacerlos. Desilusionada por partida doble, pero capitalizada, la primera parte de 2024 la dedico a terminar mi tesis doctoral.

En la segunda parte de 2024 decido usar mi conocimiento, para hacer que lo político funcione para quienes realmente importan en el escenario social: las gentes. Cansada de la realidad que veía, frustrada porque mis "patronos" solamente buscaban su propio beneficio, escuchando voces de estudiantes y gente común resignarse frente a lo que les decían que era lo político y, todxs, teniendo miedo a lo político en diferentes formas; viendo como las redes sociales propagan odio y radicalismo, decido iniciar la propuesta de "Sin Culillo". ¿Por qué sin culillo? porque la razón de ser de la iniciativa es el miedo, pero al tratar de registrar la marca (por recomendación de la iA), encuentro que hay muchas marcas llamadas sin miedo, as{i que por diferenciarme, decido ir al lenguaje coloquial: el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española trae como sinónimo al miedo, culillo.

Pero al principio tuve culillo. Es triste reconocerlo, pero mi vida funcionaba bien... estaba con mis hijas y mi mamá (ahora anciana), dictaba clases aquí y allá, tenía mis consultorías más o menos recurrentes. Todo eso iba a cambiar y yo lo sabía. No es fácil salir a alborotar avisperos. No es fácil hablar de temas políticos de los que nadie habla. No es fácil difundir el conocimiento político. Nada de eso es fácil y tener para comer al mismo tiempo. Pero un amigo, en medio de una charla política me dijo: "Ivonnecheese, yo sé que usted es anarquista, no estoy de acuerdo con su punto de vista, pero admito que es un punto que tiene valor y usted debería defenderlo mejor". Y sí, por años me quedé conforme con el sistema, porque operé dentro del sistema y gané tanto reconocimiento, como dinero. Mi tesis doctoral me hizo caer en cuenta que la defensa de la diversidad política es un valor fundamental para la vida social. Que es necesario hablar y que quien escuche aplique su pensamiento crítico para decidir libremente si concuerda o no. Así que me estoy transformando radicalmente en quien usted puede ver por las distintas redes sociales y en este mismo espacio. Es un proceso en desarrollo. Es por eso que, para seguir desarrollando esta iniciativa requiero del apoyo solidario y recíproco de quién llega aquí. Con sus aportes, seguiré adelante, en pie de lucha. Al principio tuve miedo, tuve culillo, pero ahora no.

RESUMEN (TLDR):

 

El resumen es que, después de años de trabajar en el sector público y privado, haciendo que la política y lo político funcionara para los demás, me di cuenta de que había muchas personas que en verdad requieren entender mejor y perder el miedo a lo político.

Aprovechando mi experiencia como educadora en políticas públicas, me decidí a comprometerme con ayudar a más personas a convertirse en ciudadanxs más informadxs.

 

Utilizo mi experiencia para crear contenido que explica lo político de una forma diversa (nada de discursos hegemónicos), clara y amigable.

¿Crees que tus derechos merecen atención y que es posible incidir en lo político?

¡Democraticemos el conocimiento político conjuntamente!

Cada aporte hace la diferencia

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