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Lo micropolítico del agua y Vive Claro

En días recientes he estado revisando el tema de una construcción que se adelanta en la ciudad de Bogotá, justo al lado del parque metropolitano Simón Bolívar. Para quienes no son de la ciudad, les comento que este es probablemente el corazón de la ciudad; no su centro geográfico, no una delimitación artificial determinada por alguna autoridad.


Imagen de archivo de Wix
Imagen de archivo de Wix

En realidad es el corazón de la ciudad pues se configura como el área verde dotacional de uso público más grande de la metrópolis que es la capital de Colombia.


La construcción en mención es un gran centro de eventos para el entretenimiento, específicamente conciertos, que adelanta la multinacional Ocesa en consorcio con la empresa de telefonía e internet Claro. Ambas empresas con relación al grupo empresarial que extiende Carlos Slim en toda América Latina.


El centro de eventos se ha denominado: Vive Claro distrito cultural; se dice que va a tener una capacidad para recibir a +40,000 personas simultáneamente en unas graderías metálicas para la realización de conciertos. Se le denomina distrito cultural porque, en teoría, tiene una obligación de uso del suelo que se va a aprovechar al mismo tiempo para el lucro de estas dos empresas.


El asunto problemático de esta construcción


El núcleo de la discusión política en términos de la construcción de este centro de eventos tiene que ver con que se está construyendo sobre un área inundable.


En las múltiples revisiones que he realizado y que son públicas y están disponibles por el canal de YouTube de Sin Culillo, tanto en el formato en vivo como en el formato grabado, he encontrado que los dos predios que componen este terreno son predios que pertenecen a la Beneficencia de Cundinamarca, es decir una empresa de carácter público; además, que los predios están descritos por el Plan de Ordenamiento Territorial (es decir la norma que ordena el territorio de la ciudad) como parte de la estructura ecológica principal, pues conecta directamente con el Gran parque metropolitano Simón Bolívar y, se determinó su uso en la categoría de conservación.


No obstante, en 2022 la Beneficencia de Cundinamarca decide suscribir un contrato de arrendamiento con la multinacional Ocesa, por cerca de 360 millones de pesos colombianos mensuales (+/- $90,000 USD) para el desarrollo del proyecto Vive claro.


Como parte del contexto que me parece importante que tengan las personas que leen este blog, es que en la ciudad ya fue concesionado un espacio para la realización de eventos masivos, pero que lleva la denominación de marca de la empresa Movistar y se denomina Movistar Arena; por otra parte, ante la supuesta insuficiencia de los escenarios para la realización de eventos masivos, también se construyó el centro de eventos hoy conocido como Coliseo Medplus y que se se construyó en las afueras de la ciudad, con el fin de evadir los permisos urbanos de Bogotá, pero con el fin de atraer a la población bogotana a este centro de eventos.


Todos esos centros de eventos masivos y de uso privado tienen algo en común: son identificadores de marca, es decir hacen parte de una estrategia de marketing y desde la industria del entretenimiento.


Yo en otras oportunidades he hecho referencia a cómo el entretenimiento es un asunto profundamente político, probablemente luego retomaré este argumento.


Por hoy, lo que considero importante señalar es que alrededor de la industria del entretenimiento se mueve un importante volumen de dinero; esto pasa en el mundo entero, convirtiéndose en uno de los sectores más atractivos para la fidelización de marcas, además de procesos de incidencia política.


En el caso de Vive Claro, la relación entre un centro de espectáculos de esta industria del entretenimiento y la discusión política, pasa y se ejemplifica claramente como uno de esos dolores de micropolítica que a mí me quitan el sueño.


Y aquí el asunto problemático es que para lograr la construcción de este tipo de centros de espectáculos, pasamos por encima de los derechos colectivos.


¿Cuál es el asunto micro político que me quita el sueño cuando pienso en vive Claro?


La preocupación por la conservación ambiental y los valores ambientales, ha sido una lucha histórica que ha pasado por la movilización de personas y colectivas respecto de la defensa ambiental en diferentes momentos. Lucha porque, en la mayoría de los casos, lo que ha sucedido es que los intereses económicos se superponen con la protección de valores ambientales.


Sin embargo, en el mundo entero encontramos ejemplos de comunidades y personas que establecen un vínculo real y absolutamente vivo con animales, plantas, territorios, paisajes, aire y, en general, con todos aquellos seres y elementos de la naturaleza que nos rodean. Es tal la conexión que sentimos que esos seres y elementos de la naturaleza, que sentimos que hacen parte de nuestras familias y, muchas veces, nos encontramos en disposición de defender su propia vida y su propia existencia simplemente porque la valoramos profundamente.


Ese querida audiencia es el valor micropolítico más importante en la discusión política de la cotidianidad. En ausencia o en presencia de alguna reglamentación posible o de alguna convención social posible o de lo que consideramos adecuado o inadecuado, empiezan a actuar nuestras consideraciones más profundas desde los parámetros éticos y valores morales.


Esos parámetros frecuentemente se hayan en controversia respecto de los parámetros que orientan las actividades mercantiles, y por eso suele haber confrontaciones respecto de qué hacer y cómo comprender la naturaleza y su relación con los seres humanos.


Luego viene, sí, el espacio funcional en el que los actores políticos intervienen y estabilizan decisiones, se adoptan normativas y, se determina cuál es el destino de la naturaleza... ¡como si los seres humanos tuviéramos tal poder!.


Pero creemos que sí lo tenemos y creemos que además es un atributo de nuestro poder sobre este planeta. Y allí las discusiones micropolíticas de lo que queremos y valoramos de verdad, se convierten en discusiones macro políticas.


De lo micro a lo macro en el caso Vive Claro en Bogotá


La zona donde se construye el centro de entretenimiento que les estoy contando y que se denomina Vive Claro, ocurre en una área, en un territorio que es inundable; probablemente no se encuadre exactamente en las categorías descritas en la convención RAMSAR, pero lo cierto, es que está nutrido por aguas subterráneas que conectan con otras fuentes hídricas de la ciudad.


Es un lugar que ha sido valorado y reconocido históricamente por la comunidad aledaña como HUMEDAL, así nadie la defina técnicamente como tal. Y desde al menos el año 2013, la comunidad ha venido pronunciándose e intentando todo tipo de acciones administrativas y judiciales para defender ese humedal; no obstante, en reiteradas oportunidades la administración les ha negado esa posibilidad, aduciendo todo tipo de argucias técnicas, es decir ubicándose en el mundo de la tecnocracia y no de la democracia.


El vínculo emocional de las personas que defienden este lugar como un humedal, es un vínculo profundamente micro político y válido a la luz de la discusión política.


Sin embargo, cuando se priorizan los argumentos técnicos (tecnocráticos) sobre los argumentos democráticos, lo que se está haciendo es escalar una controversia, un dolor micropolítico, hacia la macro política, porque se reconoce que los intereses que están en juego van más allá de los meros presupuestos éticos y de valores de personas o de comunidades; en realidad empezamos a escalar el reconocimiento de intereses que pueden ser declarados o no declarados.


En este caso, los intereses declarados tienen que ver con el uso de un territorio para el lucro privado; los intereses no declarados tienen que ver con el uso de técnicas jurídicas para dilatar las acciones administrativas y judiciales, que efectivamente pudieran proteger la naturaleza que está en juego.


Que no nos confundamos cuando pensamos en cuál es la dimensión política del agua, porque ella es vida y cruza transversalmente todas las dimensiones de la vida de nuestro planeta, desde la micropolítica y cómo hacemos fraternidad con ella a través de la representación de formas del agua como la que se empoza y origina vida en su interior, pasando por el agua que consumimos y, el agua más allá la red de conectividad de vida que la hace global.


De lo micropolítico a lo macropolítico, gracias al agua: defendamos el humedal Salitre el Greco 💪.


Si te gusta lo que va pasando con Sin Culillo y quieres apoyar mi labor, pásate por la sección contribuye por lo político y nos leemos en otra oportunidad...

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