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¿Qué se juega en realidad detrás de una NO política del agua?

  • sinculillo
  • hace 7 días
  • 4 Min. de lectura

Los territorios de valor ecológico en nuestras ciudades enfrentan una batalla constante contra los intereses económicos que priorizan el lucro sobre la vida. En Bogotá, los humedales han sido testigos silenciosos de cómo el poder del capital se impone sobre la necesidad urgente de preservar estos ecosistemas vitales para nuestra supervivencia.


La destrucción silenciosa: cuando el cemento devora la vida


Los humedales de Bogotá han perdido el 98% de su tamaño en los últimos cuarenta años. Esta cifra no es solo una estadística fría; es el reflejo de un modelo de ciudad que sacrifica la vida por el negocio inmobiliario y la especulación urbana. De los ecosistemas que alguna vez fueron el pulmón de la sabana, solo quedan fragmentos que luchan por sobrevivir entre el concreto y el asfalto.


El caso del humedal Juan Amarillo es emblemático de esta violencia sistemática. El Ministerio de Ambiente encontró estructuras de concreto con un volumen aproximado de 432 metros cúbicos de cemento, formando una barrera de más de 70 metros cuadrados. No es casualidad; es la materialización de un proyecto político que entiende la naturaleza como obstáculo para el "progreso".


La zona del Salitre: entre la resistencia y la amenaza constante


El humedal El Salitre ha enfrentado presiones constantes de urbanización y proyectos de entretenimiento que ven en estos territorios una oportunidad de negocio. Aunque la Secretaría de Ambiente declaró en audiencia pública que "no habrá procesos de endurecimiento", la realidad es que estos ecosistemas viven bajo amenaza permanente de proyectos que buscan transformarlos en espacios comerciales.


Dentro de la zona del Salitre, hay además una zona inundable NO declarada como humedal, pero que se conoce como tal: el humedal Salitre Greco; tan es así, que ha sido "marcado" por la comunidad dentro del mapa de Google. Sin embargo, hace poco se instaló allí, lo que parece ser un gran centro de eventos a cargo de la empresa colombiana OCESA y que se ha publicitado como "Distrito Verde" con inversiones por cerca de 22 millones de dólares. Pero hay muchas preguntas...


La micropolítica de estos territorios se manifiesta en cada decisión aparentemente técnica que favorece los intereses privados sobre el bien común. Cuando se habla de "renovación urbana" o "mejoramiento de infraestructura", muchas veces se esconde la intención de desplazar la vida natural para dar paso a centros comerciales, complejos residenciales de lujo o espacios de entretenimiento que solo benefician a quienes pueden pagarlos.


Las resistencias territoriales: cuando la comunidad defiende la vida


Frente a esta arremetida del capital, han surgido resistencias comunitarias que entienden que defender los humedales es defender la vida misma. Estas luchas no aparecen en los grandes medios, pero son la expresión más clara de la micropolítica en acción: vecinos que se organizan, estudiantes que documentan la biodiversidad, activistas que denuncian las irregularidades.


El Ministerio de Ambiente tuvo que intervenir con la Resolución 421 de 2024, ordenando la suspensión inmediata de intervenciones en los humedales Jaboque, Córdoba y Juan Amarillo. Esta medida no surgió de la buena voluntad institucional, sino de la presión ejercida por comunidades que no permitieron que la destrucción continuara en silencio. Bien por las comunidades.


Sin embargo, en el caso de la zona NO declarada humedal en el Salitre Greco, ninguna autoridad se ha pronunciado. Solamente la comunidad que organizada, ha tratado de defender los valores ambientales para el bienestar general en la ciudad. La iniciativa que está en Instagram, se denomina DefensoresPyA.


La complejidad de la vida versus la simplicidad del lucro


Desde el paradigma de la complejidad, estos ecosistemas representan redes de vida interconectadas que no pueden reducirse a metros cuadrados disponibles para la construcción. Los humedales regulan el ciclo del agua, actúan como sumideros de carbono y albergan biodiversidad única. Son sistemas complejos donde cada elemento cumple funciones vitales para el equilibrio ecológico.


Sin embargo, la lógica del capital opera desde la simplicidad: tierra = dinero. Esta reducción violenta ignora que destruir un humedal es romper cadenas de vida que tardaron milenios en construirse. Es imponer la muerte sobre territorios que son fuente de vida para múltiples especies, incluida la humana.


Hacia la defensa radical de los territorios de vida


La defensa de estos espacios no puede limitarse a solicitar "medidas de protección" a las mismas instituciones que permiten su destrucción. Necesitamos una transformación radical que entienda estos territorios como sujetos de derecho, no como objetos de explotación.


Esto implica cuestionar el modelo de ciudad que prioriza el crecimiento económico sobre la sostenibilidad de la vida. Significa resistir desde lo cotidiano: visitando estos espacios, documentando su biodiversidad, denunciando las irregularidades y construyendo redes de cuidado comunitario.


Los humedales de Bogotá nos enseñan que la micropolítica de la resistencia puede frenar la maquinaria destructiva del capital. Cada acción de defensa territorial es un acto de rebeldía contra un sistema que convierte la vida en mercancía.


¿Te sumas a defender estos territorios de vida? Porque cuando protegemos un humedal, protegemos la posibilidad de un mundo donde la vida valga más que el dinero. Estoy preparando un derecho de petición acerca del humedal Salitre Greco que me gustaría que envíes, así como yo lo haré. Lo dejaré asociado a este mismo post cuando esté listo. También planeo documentar el daño ecológico que se está realizando en ese lugar y hablar con la comunidad. Ya empecé la movilización desde un video en YouTube. Si quieres apoyar esta labor, por favor considera donar, divulgar y compartir.

 
 
 

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